El debate respecto al tipo de educación que deben tener niños y jóvenes con necesidades educativas especiales es continuo. Aunque para muchos la tendencia apunta hacia la “integración” en colegios tradicionales, otros destacan las ventajas de una educación especial.
Si una familia tiene un hijo con algún tipo de necesidad educativa especial (NEE), elegir el tipo de establecimiento educacional apto no es sólo una decisión de convicciones, sino algo que obliga a preguntarse qué es lo que el niño o joven idealmente requiere.
Hay niños y jóvenes que tienen grandes posibilidades en la escolaridad regular que les permiten desarrollarse en ámbitos importantes para su integración en la sociedad. No obstante, hay otros que pueden aprovechar mejor las enseñanzas y demás elementos que se dan en establecimientos especiales, que también tienen sus propias fórmulas para favorecer su desarrollo y la incorporación de la persona al medio.
Por una educación especial
Ginetta Santos, directora del Colegio Especial Credere, explica que en éste la mayoría de los niños y jóvenes habla poco y no es autosuficiente -con discapacidad intelectual moderada y severa-, razón por la que se hace indispensable tenerla en este tipo de establecimiento.
La idea es personalizar al máximo el programa educativo de acuerdo a las necesidades específicas de cada alumno, lo que implica muchas veces la concurrencia de diversos especialistas que, en general, no están disponibles en otro tipo de escuela.
Además, muchos niños y jóvenes se sienten más cómodos con pares que comparten condiciones parecidas, lo que favorece el desarrollo de la autoconfianza, el compañerismo y los lazos de reciprocidad.
No obstante, Santos dice que el colegio también ha tenido alumnos que, habiendo sido poco atendidos en su primera infancia, han podido mejorar sus capacidades sociales y adaptativas y, posteriormente, se han matriculado en establecimientos tradicionales.
“Para nosotros es elemental que los niños alcancen un grado de independencia, por lo que trabajamos las actividades de la vida diaria: aseo personal, cocina, reconocer un trayecto de viaje, cosas que claramente no se pueden tratar en la escolaridad regular. Pero cuando llegan niños que vemos que pueden desarrollarse de manera óptima en colegios tradicionales, se los recomendamos, pues podrán lograr aprender más cosas que las que acá buscamos inculcarles”, comenta Ginetta Santos.
Educación inclusiva
Isabel Zúñiga, directora de Fundación Mis Talentos, dice que un 20% de los niños tiene alguna necesidad educativa especial y que gran parte de ellos son buenos candidatos para ir a un establecimiento tradicional.
Hace hincapié en lo positivo que es para los niños con este tipo de necesidades estar en un ambiente no demasiado protegido como, a su juicio, son muchas de las escuelas especiales. Esto, dice, favorece que las personas, desde sus primeras fases de desarrollo, enfrenten las relaciones con el medio con naturalidad y buscando mayores grados de autonomía.
Según Isabel Zúñiga, cada vez son menos las contraindicaciones de la “educación inclusiva”, ya que tanto los niños y jóvenes con NEE como el resto de los compañeros (sin ellas) “ganan” con esta modalidad. Los primeros exponiéndose a ambientes “reales” y los segundos aprendiendo en respeto a la diversidad funcional y de capacidades.
Eso sí, señalan algunos especialistas, la llamada “educación inclusiva” supone que el establecimiento brinde la suficiente atención a los niños y jóvenes con NEE, tanto en lo educativo como en otros aspectos. Por ejemplo, en lo que toca a la convivencia escolar, previniendo eficazmente el bulling (acoso escolar).
De hecho, la inexistencia de condiciones que faciliten lo anterior, en un panorama de educación municipalizada y subvencionada con grandes déficit de recursos, hace que, en muchos casos, el paradigma educación inclusiva se convierta en algo poco viable.
A favor de este tipo de educación, la directora de la Fundación Mis Talentos, entidad dedicada a asesorar escuelas y liceos en “proyectos de integración”, añade nuevos elementos. Por ejemplo, desmiente el argumento de que la presencia de niños con NEE en la sala de clases pueda perjudicar el aprendizaje de los que no las tienen: “El efecto no es negativo sobre el aprendizaje que miden pruebas estandarizadas como es el Simce; pero para todos los niños es positiva esta integración, pues sí aporta al aprendizaje de habilidades sociales”.
En suma, dicen los especialistas que, al elegir un colegio, hay que pensar en cada niño de forma particular. ¿Dónde se podrá desarrollar mejor? Hay quienes pueden sacarle mucho provecho a los colegios tradicionales y otros que estarán mucho más cómodos y adaptados a establecimientos especiales.
En lo que todos están de acuerdo es que la educación debe ser la llave para que estas personas logren su máximo potencial y, desde luego, dentro de la sociedad y no fuera de ella.