Bernardita Roa Astete*
Considerando que en el país existen muchos grupos que pueden ser destinatarios de un voluntariado promovido desde la empresa, hay que reconocer que existen ámbitos donde ésta puede ser clave. Uno de ellos es el mundo de las personas con discapacidad.
En el último Estudio Nacional de Voluntariado 2013, realizado por Fundación Trascender y GfK Adimark, queda en evidencia que el voluntariado es visto por los chilenos como la mejor alternativa para “construir un país más solidario”. No obstante, en el mismo estudio se establece que entre los principales motivos de la gente para no realizar voluntariado está la “falta de tiempo” y otros facilitadores.
Es claro que en la actualidad el exceso de trabajo y la escasez relativa de tiempo repercuten negativamente en la práctica de este tipo de acción solidaria. Por ello cabe preguntarse si en el mundo laboral y la empresa, espacios en que la población activa pasa parte importante del día, tienen algún vínculo con esta práctica . Creemos que sí. La empresa tiene un papel preponderante y, además, una gran oportunidad cuando opta por propiciar experiencias solidarias mediante el llamado “voluntariado corporativo”.
El voluntariado corporativo es una actividad promovida y facilitada por la empresa que ofrece a sus colaboradores la oportunidad de participar de manera gratuita y desinteresada en programas de carácter social orientados a mejorar la calidad de vida de grupos vulnerables o excluidos.
Se presenta como una excelente estrategia que involucra a la empresa en su conjunto en acciones de solidaridad y de ayuda a grupos vulnerables (niños en riesgo social, personas en situación de calle, personas con discapacidad, entre otras) y, a su vez, permite fortalecer intangibles como los valores empresariales, el sentido de pertenencia y el desarrollo de habilidades personales para el trabajo en equipo.
En Chile son cada vez más las empresas que propician experiencias de este tipo. Y, según las instituciones beneficiarias, el voluntariado corporativo, cuando se hace con convicción, es un gran aporte a la superación de situaciones de carencia y necesidad. Ahora, reconociendo que en nuestro país existen diversos frentes desigualdad y exclusión, no resulta complejo elegir dónde colaborar, pero vale considerar que existen ámbitos donde la empresa puede ser clave. Uno de ellos es el mundo de las personas con discapacidad.
Por ejemplo, las personas con discapacidad cognitiva -como el autismo o el síndrome de Down- necesitan continuamente participar de actividades que eviten el aislamiento, sentimiento de inferioridad e incapacidad, así como les permitan desarrollar sus capacidades y talentos.
Un voluntariado corporativo formal y sistemático puede ser crucial para abrir oportunidades de participación, socialización y recreación de las personas con discapacidad cognitiva. El voluntariado permite realizar acciones de alto impacto al propiciar instancias de contacto directo y basadas en el compartir y en el aprendizaje de ambas partes.
Si bien en Chile estamos lejos de las altas cifras de voluntariado empresarial de países como EE.UU., España o Noruega, hay razones para estar optimistas. Poco a poco se multiplican las acciones en compañías medianas y grandes que van comprobando las ventajas de propiciar la solidaridad en instancias cotidianas de la vida laboral.
El incentivar el voluntariado al interior de la empresa fomenta la construcción de un país más inclusivo, tolerante y justo y, a su vez, permite que las alianzas entre el sector empresarial y las organizaciones no gubernamentales se transformen en una apuesta estratégica que puede ayudar al desarrollo mutuo, a fomentar la igualdad, la aceptación y valoración de las capacidades diferentes, mirada que deseamos se expanda y asiente en toda la sociedad.
* Bernardita Roa Astete, especialista en Responsabilidad Social Empresarial Fundación Descúbreme