Camila Albornoz, de 20 años, encontró su pasión en la gastronomía. Gracias a Schopdog y al programa Empresa Inclusiva – Antofagasta, que Fundación Descúbreme implementó en la ciudad con el apoyo de Minera Escondida, encontró una oportunidad laboral para dedicarse a lo que más le gusta: cocinar.
Los famosos chefs argentinos Osvaldo Gross y Narda Lepes tienen una gran admiradora en Antofagasta, se trata de Camila Albornoz, quien comparte con ellos la pasión por la gastronomía. Desde muy pequeña, la joven de 20 años, demostró un claro interés por los secretos de la cocina y, al contrario del resto de los niños de su edad, en vez de ver dibujos animados pasaba horas pegada a la pantalla de televisión viendo los programas gourmet en los que conoció a sus actuales ídolos. Así también surgió en ella unos de sus grandes sueños: tener una pastelería propia para ofrecer su especialidad, la tartaleta de frutas.
Una de las características que más llaman la atención de la personalidad de Camila es su tenacidad y ganas de hacer realidad ese sueño que tiene desde los 11 años, edad en la que le pidió a su familia que la inscribiera en los cursos de gastronomía impartidos por Sence y por la Municipalidad de Antofagasta, aun sabiendo que no tenía los 18 años requeridos para participar. Pero ella, fiel a su espíritu, encontró la mejor solución: “matricular a mi mamá para que asistiera por mí. Como yo era chica, la acompañaba e intervenía igual. Me metía, miraba como hacían las cosas. Una vez vino una profesora desde Holanda y al finalizar las clases me dio un diploma por mi participación. Yo estaba feliz”, nos cuenta con la energía y optimismo que siempre la acompañan.
Con el paso de los años Camila ha seguido perfeccionándose para alcanzar su sueño. Cursó un semestre de gastronomía en un centro de formación técnica (el que no pudo terminar debido a las dificultades que suponían las evaluaciones), realizó una práctica profesional y, actualmente, se enfrenta a una oportunidad laboral que le permite trabajar como ayudante de cocina en el local de Schopdog de Mall Plaza Antofagasta, donde ha podido adquirir mayor experiencia; conocer la dinámica propia de una cocina; aprender nuevas técnicas; experimentar el ritmo de trabajo en las horas y días de mayor demanda; además de entender las jerarquías y dinámicas del mundo laboral.
Su desempeño ha sido muy buen evaluado y su jefatura destaca sus ganas de aprender, su excelente disposición y su puntualidad. Respecto es este punto, Cristián Uribe, supervisor del local de Schopdog, pone las manos al fuego por Camila. “A ella nunca la he visto llegar tarde. Ustedes la pueden ver media hora, 20 minutos antes de entrar al trabajo, siempre. Nunca te dice que está enferma o que no puede hacer algo. Siempre está disponible para el trabajo”.
Otro punto destacable de su desempeño es su capacidad de adaptación frente a las exigencias de su trabajo y que, por momentos, puede ser muy estresante. “Camila trabaja jueves, viernes, sábado y domingo, que son los días más fuertes del local, lo que le ha permitido aprender a trabajar bajo mucha presión y a ritmos más demandantes. Ha tenido que manejar el tema del estrés de la cocina y nosotros hemos buscado la manera de generar un ambiente más positivo para que la presión no afecte el rendimiento del equipo, ahora ponemos música, cantamos y Camila es parte de esta dinámica”, cuenta Cristián Uribe.
Es importante destacar que los aprendizajes no han sido solo para Camila, sino que también para todo su equipo de trabajo y las jefaturas, que, a raíz de esta experiencia, se han dado cuenta que había grandes oportunidades de mejora tanto para el clima laboral como para la productividad del local. En este sentido, Cristián Uribe considera que la clave para los buenos resultados que ha presentado Camila y todo el grupo de trabajo ha sido un proceso de capacitación y acompañamiento constante. “Hemos mejorado nuestra mecánica de trabajo lo que se ha traducido en buenos resultados para todos. Nosotros somos un equipo, no puedo hablar solo por Camila ya que los avances han sido en conjunto”.
En este sentido, Ana Valeria Díaz, Coordinadora de Inclusión Laboral Zona Norte de Fundación Descúbreme, comenta que desde un inicio se han llevado a cabo acciones en conjunto para mejorar la dinámica de trabajo con Camila e identificar sus habilidades y sus falencias. “Para lograrlo se ha realizado una labor coordinada con sus supervisores y tutor de Schopdog, con la familia y, en especial, con su mamá, quien ha sido clave en la adaptación de Camila”.
Junto con su crecimiento profesional esta oportunidad, que surgió gracias a la implementación del programa Empresa Inclusiva – Antofagasta, ha permitido que Camila desarrolle su independencia, su seguridad y adquiera la confianza suficiente para comprender que sus sueños son posibles de realizar gracias a su esfuerzo y al compromiso de la empresa en la que trabaja y de su familia que ha sido un gran apoyo. Quizás, esta sinergia es lo que mejor describe la influencia que el programa ha alcanzado en una ciudad que, poco a poco, ha ido comprendiendo que la inclusión de las personas con discapacidad cognitiva requiere del compromiso de todos.