El concepto de estimulación temprana se fundamenta en la teoría de la neuroplasticidad en los primeros años de vida, momento en que se conforma la mayor cantidad de redes neuronales y se generan las bases del aprendizaje del ser humano. Su aplicabilidad corresponde a una serie de procesos educativos que tienen como objetivo potenciar al máximo las habilidades físicas, mentales y psicosociales de niños y niñas independiente de su condición; por tanto, si no se proporciona el debido cuidado y atención a los infantes, es altamente probable que desarrollen una deficiente inteligencia psicomotriz cuyos efectos serán prácticamente irreversibles, generando barreras en las etapas del desarrollo venideras.
En tal sentido, la ausencia de estimulación temprana es condicionante para el desarrollo de discapacidades cognitivas; y, al mismo tiempo, para aquellos niños y niñas que presentan una condición de nacimiento que afecta su proceso de aprendizaje, la estimulación temprana cumple el rol de mitigar tales efectos, posibilitando la integración al sistema educativo regular en igualdad de condiciones. De este modo, para el caso de los niños y niñas con discapacidad, la estimulación temprana juega un rol más relevante, entendiendo que los desafíos son mayores en cada etapa de desarrollo, no obstante, su resultado es la disminución de las barreras de toda índole y la participación activa de este colectivo en la sociedad.
La literatura especializada ha podido dar cuenta de que en poblaciones donde se han aplicado políticas educativas de estimulación temprana, sus efectos positivos consistieron en una disminución de la desigualdad social, mejores índices en el acceso y permanencia en el sistema educativo, y una alta rentabilidad económica en tanto genera las bases culturales para un mayor desarrollo de la ciencia y la tecnología. A nivel individual, las personas que han recibido estimulación en edades tempranas han desarrollado una mayor inteligencia social, lingüística, emocional, motora y lógica, cuestión que les permite una mayor adaptabilidad y resiliencia durante su vida.
Es así como todas las señales están dirigidas a incorporar la estimulación temprana dentro de los planes gubernamentales de educación, extendiendo y garantizando la educación hacia los primeros años de vida con el objetivo de conducir los procesos de aprendizaje; no obstante, la respuesta de los tomadores de decisiones no ha seguido tal derrotero.
Un estudio realizado por UNESCO en el año 2021 revela que la mayoría de los países no garantizan el derecho a la educación preescolar: 63 Estados han adoptado disposiciones legales para garantizar el acceso gratuito y 51 Estados han incorporado la educación preescolar como un requisito obligatorio dentro de sus marcos jurídicos nacionales. En esta materia Chile se encuentra al debe: aun cuando en la actual constitución se consagra la obligatoriedad de la educación parvularia, la Ley General de Educación mantiene el carácter voluntario de esta.
En el año 2021, a pesar de que el proyecto de Ley de Kínder Obligatorio parecía concitar amplia mayoría en el Congreso Nacional de Chile, finalmente, luego de tres años de discusión, fue rechazado, quedando todo en foja cero. En tal sentido, como Fundación Descúbreme hacemos un llamado a dejar de lado las trincheras políticas y poner atención a proyectos que garanticen el cuidado y protección de la niñez, a fin de generar una sociedad más virtuosa en base a otorgarle prioridad a la educación de la primera infancia y al proceso de estimulación temprana como motor del desarrollo humano.
Consideramos que es fundamental que se establezca la obligatoriedad de la educación parvularia, por la importancia de la estimulación en los primeros años de vida. A su vez, que se diseñen planes educativos tanto para los establecimientos como también guías prácticas para apoderados que sirvan para acompañar dicho proceso, entendiendo que es fundamental formar equipos multidisciplinarios que trabajen junto a los tutores de niños y niñas.
Para ello es necesario que como sociedad podamos conversar y lograr acuerdos transversales y duraderos en esta materia, ya que no se trata de intereses individuales, sino que es el futuro de las próximas generaciones de niños y niñas de nuestro país lo que está entre manos y es momento de hacernos cargo.