El “Programa de Derecho a la Vida Independiente (PRODEVIN)”, es el nombre de uno de los proyectos ganadores del Fondo Descúbreme 2019, el cual busca generar un espacio donde jóvenes entre 18 y 26 años con discapacidad de la comunidad Anadime y exalumnos puedan desarrollar competencias funcionales a través del aprendizaje de rutinas cotidianas, que propicien su autonomía, autodeterminación y tránsito hacia una vida adulta.
Vanessa Sánchez, terapeuta ocupacional y directora del programa explicó que “iniciamos este proyecto porque nos dimos cuenta en las prácticas laborales que los chicos no tenían competencias básicas como por ejemplo sentido de la responsabilidad, algo que se adquiere en el hogar, lo cual frecuentemente les generaba problemas”.
Para apoyar este aprendizaje se implementó una vivienda formativa para los jóvenes, espacio en el cual, mediante el ejercicio de rutinas diarias, se les enseña a cocinar, ir comprar, limpiar la vivienda, preparar su ropa, trasladarse, vincularse con el entorno, distraerse y disfrutar momentos de ocio, en paralelo con sus actividades educacionales o laborales. Para ello, los jóvenes viven en este espacio durante una o dos semanas al mes en acuerdo con sus familias y con orientación y apoyo de un equipo de profesionales competentes en la materia.
En agosto del 2019 se implementó un departamento especialmente para este desafío. Los jóvenes participaron en 3 horarios diferentes. El primero es diurno y que se asemeja al horario escolar: va de lunes a viernes de 8.30 am hasta las 14.00 hrs; el segundo corresponde a la residencia semanal, donde los alumnos se quedan a alojar de lunes a viernes; y el tercer horario comprende el sábado domingo.
Vanessa Sánchez señaló que la recepción de la iniciativa ha sido muy buena, donde se ha visto la evolución de los jóvenes. “Al principio reaccionan de manera monótona y copian lo que hace su compañero, porque les cuesta la exploración si nunca ha sido estimulada, pero cuando encuentran lo que les gusta, no hay quien los pare”, y agrega que “también hacemos actividades que tienen que ver con fomentar la vida saludable. Por ejemplo, hacemos yoga, o ejercicio con peso con elementos de la casa como arroz o azúcar o actividad al aire libre. Cada uno finalmente hace lo que más le guste y continua con esa rutina en su casa. Del mismo modo pasa con las labores de la casa, en donde cada uno asume responsabilidades en base a sus gustos”.
Graciela Toledo es la mamá de Daniela Cannobbio, una de las residentes, y cuenta como pertenecer a este proyecto y a la escuela hizo que ambas fueran más independientes. “Estoy muy contenta de ver a mi hija así de feliz. Ella evolucionó mucho, hoy trabaja en la cafetería de una consultora en Providencia y realmente ama su trabajo. Para una persona de mi generación (60 años de edad) esto es algo difícil de procesar porque tendemos a pensar que nuestros hijos van a estar pegados a nosotros hasta los últimos días, pero Vanessa y su equipo han hecho un gran trabajo educándonos a padres y alumnos para ir soltando un poquito más a nuestros niños”.
Vanessa Sánchez señaló que sin duda el mayor reto que ha enfrentado el proyecto es darle la confianza a los papás de que sus hijos van a estar bien y seguros y que esta iniciativa les va a hacer bien es su desarrollo. Es por esta razón que, a medida que los jóvenes han ido mostrando avances, los papás han ido disminuyendo sus aprensiones.
Durante la marcha blanca 2019 participaron 15 jóvenes, quienes finalizaron la actividad en diciembre con una ceremonia de despedida. Algunos de ellos retomarán las residencias mientras que otros se dedicarán de lleno a su vida laboral a partir de 2020.