El establecimiento, ubicado en la comuna de San Ramón, recibió uno de los ocho Fondos Descúbreme para implementar un taller que potencia las destrezas sociolaborales y fomenta la autonomía y el desarrollo personal de los jóvenes con discapacidad cognitiva.
A mediados de agosto la Escuela Nuestro Mundo presentó mediante una muestra gastronómica el estado de avance de uno de los ocho proyectos que apoya la Fundación Descúbreme, que consiste en un taller orientado a mejorar la calidad de vida jóvenes con discapacidad cognitiva.
La estrategia del proyecto –que se adjudicó un total de $2.023.400- se basa en la ejecución de variadas acciones que desarrollan las habilidades sociolaborales y facilitan su desenvolvimiento en el ámbito familiar. Consiste en la realización de actividades prácticas, como aprender cocina, recibir instrucciones de autocuidado (higiene y aseo personal) y participar de salidas pedagógicas (que enseñan cómo hacer trámites y conocer lugares de uso frecuente).
A la cita acudió la directora ejecutiva de la Fundación Descúbreme, Carmen Peralta; Alejandro Boetsch, gerente de Negocios Inclusivos y RSE de SMU (empresa controladora de Unimarc desde 2008), y Andreas Nauheimer, director de Propiedades Hoteleras de Inversiones HH S.A. Además, contó con la asistencia de los padres y apoderados de los alumnos de la escuela y de toda la comunidad escolar, quienes se mostraron satisfechos con los logros obtenidos, a un año de obtener el fondo.
«Valoramos el progreso de nuestros niños. Ellos han mejorado mucho gracias al taller, sobre todo en lo que se refiere a su inclusión en la sociedad», declaró Mariam Riquelme, directora de la Escuela Nuestro Mundo.
Por su parte, Alejandro Boetsch expresó: «Cuando entras a la escuela, una de las primeras cuestiones que percibes es el compromiso de los profesores y directivos, así como el cariño con que desempeñan su labor en la integración de los alumnos, lo que resulta fundamental para el desarrollo exitoso de este tipo de proyectos. Gracias a los fondos adjudicados han dado pasos iniciales importantes que deben consolidarse en el tiempo. El desafío que han asumido es notable y admirable en muchos sentidos».
Andreas Nauheimer, también apreció la iniciativa.»Creo que la actividad cumple con una labor muy especial. Enseña y ayuda a que los chicos puedan mejorar su calidad de vida y ojalá insertarse en la fuerza laboral, lo que es algo impagable. Es un aporte financiero realmente pequeño, que ha logrado muchísimo y la felicidad de ellos lo dice todo”, recalca.
De un total de 38 niños, de entre 7 y 26 años, 16 participa en el taller y gracias a las herramientas proporcionadas, uno ya puede trabajar como empaquetador en un supermercado.
«Yo siempre le digo a ellos que son personas, igual que nosotros. El que ellos asistan a una escuela especial es como si nosotros tomáramos una clase para aprender a tocar guitarra, violín o un deporte. Ahora, ellos están convenciéndose de lo que pueden lograr», destaca Nelly Rodríguez, educadora diferencial, quien encabeza el proyecto.
La cocina: Un cálido espacio para aprender
Según explicaron los profesionales del establecimiento, a través de las clases de cocina es posible enseñar horarios, reglas, conductas y formas de relacionarse en equipo, debido a que los alumnos deben cumplir con la higiene, la limpieza y métodos de trabajo, entre otras cosas. También aprenden a involucrarse con su entorno, puesto que tienen que desempeñar tareas como comprar y hacer trámites.
“Quizás no todos tienen la habilidad innata para la cocina, pero pueden aprender otras cosas, conocer otras personas, trabajar en grupo, salir a integrar una comunidad y defender sus derechos. Herramientas que les serán útiles para cualquier empleo”, plantea César Trigo, psicólogo y orientador de la Escuela.
Nelly Rodríguez menciona que los estudiantes elaboran hasta 10 platos por día, los cuales son comprados por el propio plantel de educadores o apoderados. Advierte que cuando los alumnos adquieran mayor rapidez podrán expandir las ventas a los vecinos del sector y así comprar nuevos implementos para continuar creciendo. “La meta es que ellos se integren, tengan una mejor calidad de vida y sean más independientes. Que si se quedan solos, los papás no se preocupen, porque se van a preparar un plato de comida, van a bañarse sin dificultad y algunos podrán trabajar sin problemas”, concluye.
Finalmente y en la misma dirección, Alejandro Boetsch plantea que «como sociedad debemos luchar por alcanzar la felicidad. Uniones como la de Unimarc y Descúbreme en torno a la inclusión de personas con discapacidad cognitiva, aportan a este fin desde las distintas perspectivas y realidades de cada cual, potenciando el impacto social conjunto».
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“Las clases son entretenidas. He aprendido muchas cosas y estoy contento con la tía y mis compañeros», afirma Fernando (15), alumno del taller.
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» Gracias a la fundación y a Unimarc hemos hecho todos estos platos ricos», declara Rodrigo (21), quien también participa en el taller.
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«Me gusta ayudar a mi profesora en lo que me pide y me encanta venir al colegio”, manifiesta con alegría Marcela (24), estudiante de la Escuela Nuestro Mundo y asistente al taller.