Por Carola Rubia Durán*
Al inicio de un nuevo año pienso en los bonitos desafíos que enfrentaremos este 2014. Marzo nos recibirá con un nuevo gobierno y nuestro foco estará centrado en compartir el trabajo realizado en el periodo anterior y en construir, junto a otras instituciones, una propuesta que nos permita desarrollar y materializar los 11 puntos planteados en la Política Nacional para la Inclusión Social de las Personas con Discapacidad, presentada por el Presidente Piñera en diciembre pasado.
En el comienzo de este nuevo año, sentada en mi escritorio, pienso en los bonitos desafíos a los que nos veremos enfrentados durante 2014. Marzo nos recibirá con un nuevo gobierno y nuestro foco estará centrado en compartir el trabajo realizado en el periodo anterior y en construir, junto a otras instituciones, una propuesta que nos permita desarrollar y materializar los 11 puntos planteados en la Política Nacional para la Inclusión Social de las Personas con Discapacidad, presentada por el Presidente Piñera en diciembre pasado.
Sin embargo, antes de seguir avanzando en los desafíos, me gustaría reflexionar sobre el tercer punto de los lineamientos estratégicos de esta política y que hace referencia al desarrollo de un sistema de educación inclusivo y con igualdad de oportunidades en todos sus niveles. Es imperante en nuestro país crear un sistema de educación inclusivo que de respuesta a miles de niños con Necesidades Educativas Especiales (NEE) y que les asegure el derecho a una educación de calidad que permita el pleno desarrollo de sus potencialidades.
Junto con lo anterior, quiero destacar que es en las nuevas generaciones donde debemos focalizar nuestros esfuerzos para generar un cambio de mentalidad y crear una cultura inclusiva. Los integrantes más jóvenes de nuestra sociedad poseen mentes receptivas, puras, abiertas y dispuestas a recibir las capacidades, talentos y habilidades diferentes. Los niños tienen la maravillosa capacidad de entender las diferencias entre las personas como parte de los elementos que componen a una sociedad. Si pudiera dibujarlo, lo haría a través de un árbol que recién está creciendo, a centímetros del suelo, el cual regamos, ponemos fertilizante orgánico, podamos y acompañamos con un bastón para facilitar su crecimiento y para indicarle el camino a seguir.
En el ámbito de la inclusión laboral, durante 2014, el desafío será consolidar todos los esfuerzos que hemos venido realizando en torno a los procesos de sensibilización al interior de las empresas para generar espacios laborales inclusivos que permitan la contratación de personas con discapacidad cognitiva. Y, junto con esto, seguir abriendo instancias de capacitación para que nuestros beneficiados desarrollen las habilidades que necesitan para ingresar con seguridad en el mercado laboral. Nuestros grandes obstáculos son las barreras de entrada que han sido construidas por la desinformación y conceptos errados generados alrededor de la discapacidad cognitiva. Lo positivo es que tenemos el ejemplo de los países del primer mundo que han sido exitosos. Por lo tanto, ¿por qué no en Chile?
Y, por último, el tercer gran desafío, será el desarrollo de una metodología que nos permita identificar y cuantificar a la comunidad de la discapacidad cognitiva y las acciones que se realizan para y con ella, lo que permitirá medir el impacto de los esfuerzos realizados y poder analizar periódicamente cuán inclusivos somos como país.
Todavía nos queda mucho por recorrer pero miro el camino con optimismo ya que se han dado indicadores que me hacen pensar que el ciudadano chileno se está cuestionando su entorno y está tomando acciones para mejorarlo. Nuestro aporte como comunidad inclusiva será de vital importancia para ser exitosos ya que como dicen “la caridad parte por casa”.
Carola Rubia Durán* Directora Ejecutiva Fundación Descúbreme