* Por Manuel J. Quintana Díaz.
Somos conscientes que la diferencia es lo común y no la excepción. Sin embargo, vivimos en un mundo creado para grandes poblaciones con capacidades similares para ver, oír, hablar, caminar, entender y desplazarse sin ayudas. Como resultado de esta preconcepción nos encontramos con un grupo humano que por el solo hecho de manifestar diversidad funcional carece de una amplia gama de oportunidades para acceder, integrarse, participar y desempeñar roles socialmente valorados en múltiples dinámicas y situaciones que son propias de la vida socio-comunitaria y laboral.
Es sobre estas personas y su derecho a experimentar transiciones exitosas en cada etapa del desarrollo a quienes se alude en esta breve reflexión, reconociendo de antemano que toda diferencia representa la máxima expresión de la riqueza humana, por lo que cualquier barrera asociada refiere a cuestiones ligadas al ambiente y al nivel de madurez cultural alcanzado por la sociedad.
Si logramos convenir que la TRANSICIÓN, como proceso connatural al desarrollo humano, se inicia con la fecundación y se extiende durante todo el ciclo vital, debiéramos admitir que la generación de APOYOS y AYUDAS para asegurar el progreso de cada sujeto, así como también muchas de las respuestas para orientar y apoyar la definición y encauzamiento de su proyecto de vida, encuentran un espacio privilegiado en la educación, cuyo foco debiera estar puesto en favorecer el descubrimiento de intereses, expectativas, potencialidades y desafíos personales actuales como premisa fundamental para construir un FUTURO ACTIVO y con SENTIDO.
Ahora bien, la educación no es responsable exclusiva de la generación de APOYOS.
La posibilidad de avanzar hacia un sistema multiservicios, dependerá en gran parte de la movilización y la articulación multisectorial; evento que permitirá amalgamar distintos sistemas dependientes de la estructura social como por ejemplo: salud, trabajo y previsión social, justicia, vivienda y urbanismo, transporte y telecomunicaciones, entre otros.
La misión y acción de cada sector, formarán un todo enfocado prioritariamente a la equiparación de oportunidades y al mejoramiento progresivo de la calidad de vida de todos quienes componen el tejido social.
Fijar metas altas y con una visión de futuro donde se priorice la generación de APOYOS para la transición, emerge como un desafío social, especialmente para las y los profesionales que hoy se desempeñan en la modalidad de educación especial.
*Manuel J. Quintana Díaz. Profesor Especialista en Educación Diferencial, Magíster en Educación.