La periodista Claudia Aldana, madre de una alegre y extrovertida niña con síndrome de Down, comparte su mirada respecto a cómo se vive la inclusión en nuestro país.
No soy muy fan del “día de”, en general. Pero, la excepción se da cuando se trata del 21 de marzo, el día en que llamamos a tomar conciencia sobre lo enriquecedora que es la diversidad. Desde hace casi 5 años, soy testigo privilegiado de cómo una persona con síndrome de Down –mi hija Fátima- puede romper los moldes, brillar más de lo esperado, y conquistar con su sonrisa e inteligencia a quienes se relacionan con ella.
Ser mamá de la Fátima es lo mejor que me pasó en la vida. No dudo de eso. Pero, a veces es desafiante, y no por ella, sino por cómo los niños “diferentes” son percibidos. Mi hija está en el Colegio Altamira, es parte del proyecto de inclusión y desde hace tres años un grupo de apoyo pedagógico está detrás de ella, exigiendo, guiando, enseñando. Después de tres días de clase, me citaron a reunión. Sin saber la razón, en Facebook desahogué mi frustración: por qué al incluir, se busca normalizar, poner hitos, imponer logros, si cada niño avanza a su propio paso, construyendo su biografía. La respuesta me conmovió: muchas mamás de niños como Fátima me contaban también lo difícil que es vivir la inclusión, recordarle al entorno que nuestros hijos y las familias, damos lo mejor de nosotros, para que se ganen un espacio en la sociedad que de hecho les pertenece y no deberían luchar por tenerlo.
Fui a la reunión, pensando en cuántas veces más, a lo largo de su educación, tendré que dar “explicaciones”. Y ahí, nuevamente, me di cuenta de lo privilegiada que es la situación de mi hija. Sus profesoras la conocen, querían saber del verano, de las rutinas, ser parte de su desarrollo.
Como papás de niños con síndrome de Down estamos acostumbrados a tener que ir al choque con la sociedad. Todo está en contra de nuestros hijos: no hay espacios de educación, en los cumpleaños a veces los aíslan, en la salud son considerados “pre existencia” del sistema. Sin embargo, se olvidan que traen riqueza emocional, y que cada día hay personas interesadas en que sean parte del mundo. Para ellos, es el agradecimiento hoy. Para los que incluyen, se preocupan, dan un paso más allá para que niños como la Fátima sean parte. Para los que ya descubrieron la riqueza de la diversidad y nos hacen sentirlo cada día. Para quienes, como Fundación Descúbreme, sueñan con un mundo donde todos cabemos.
Las opiniones expresadas en esta sección buscan ampliar las miradas sobre los temas de inclusión, diversidad funcional y discapacidad cognitiva. Estas opiniones son de responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento de Fundación Descúbreme.